"Aléjame de la sabiduría que no llora, la filosofía que no ríe y la grandeza que no se inclina ante los niños.”
Khalil Gibran -
poeta, pintor, novelista y ensayista libanés ( 1883 - 1931 )

martes, 25 de octubre de 2016

Brevedad y contundencia - la importancia del No

“La negación sólo es útil, noble y piadosa cuando sirve de tránsito a una nueva afirmación."
José Ortega y Gasset - filósofo y ensayista español (1882-1955)

No es el adverbio de negación de uso en la lengua española, breve, contundente, con la potestad de cerrar alternativas, imponer límites, tomar decisiones, condicionar la vida de quien lo expresa o deja de hacerlo, y en un mundo donde la sociedad cada vez se expresa y resuelve discordancias con más violencia, es tal vez momento de comenzar a utilizar ese No en un forma más concisa y frecuente, y no sólo entre los adultos, sino desde las tempranas épocas en que el niño va formando su personalidad, en los jóvenes que acostumbran a no respetar límites, en las relaciones de todo tipo donde se impone la voluntad del más fuerte y no lo más razonable o justo.

Del escritor argentino contemporáneo y doctor en Psicología Jorge Hugo Finkelstein, he leído un poema que habla del uso de esas dos letras, que pese a su brevedad tiene un valor importante si es utilizado correctamente.

No es no, y hay una sola manera de decirlo.
No.
Sin admiración, ni interrogantes, ni puntos suspensivos.
No, se dice de una sola manera.
Es corto, rápido, monocorde, sobrio, escueto.
No
Se dice una sola vez,
No.
Como un disco rayado,
No.
Un No que necesita de explicaciones y justificaciones,
no es No.
No, tiene la brevedad de un segundo.
Es un No para el otro, porque ya lo fue para uno mismo.
No, es no aquí y muy lejos de aquí.
No, no me deja puertas abiertas ni entrampa con esperanzas,
ni puede dejar de ser No, aunque el otro y el mundo
se pongan patas arriba.
No, es el último acto de dignidad.
No, es el fin de un libro, sin más capítulos ni segundas partes.
No, no se dice por carta, ni se dice con silencios,
ni en voz baja, ni gritando, ni con la cabeza gacha,
ni mirando hacia otro lado, ni con símbolos devueltos;
ni con pena y menos aún con satisfacción.
No es no, porque no.
Cuando el No es no, se mirará a los ojos y el No se descolgará
naturalmente de los labios.
La voz del No, no es trémula, ni vacilante, ni agresiva y no deja duda alguna.
Ese No, no es una negación del pasado, es una corrección del futuro.
Y sólo quien sabe decir No, puede decir si.
... ...

Claro que hay situaciones que merecen ser negociadas, circunstancias que amertan más de un punto de vista, pero cuando estamos seguros y convencidos que frente a determinados temas no existen posibilidades ni límites que se puedan modificar, con firmeza debemos asumir que el No es indispensable y la única decisión.

La flexibilidad y la tolerancia tambien tienen sus límites y cuando estamos seguros que hemos llegado al final agotando todas las opciones posibles frente a cualquier situación, cuando la duda ya no es posible, es el momento de decir lo que de verdad sentimos, sin temor a los juicios ajenos, utilizando afirmaciones o negativas firmes.

Cuando estamos convencidos de nuestros propios argumentos el No es un cuestión de honestidad para con nosotros mismos.

"Lo más importante que aprendí a hacer después de los cuarenta años es a decir no cuando es no.”
Gabriel García Márquez – escritor, novelista, periodista, colombiano, Nobel de Literatura en 1982 (1927-2014); frase de ‘El coronel no tiene quien le escriba.’

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